martes, 8 de mayo de 2007
Cariñito
Me encanta escuchar la voz distante y como en susurro de alguien que habla cariñosamente a su perro, ese balbuceo amoroso que sobresale por entre los ruidos de la ciudad vibrando en las ventanas cerradas. Cuando lo detecto, detengo todo y aguzo el oído. La atención se me ilumina cuando entiendo por fin de dónde viene ese golpeteo mudo, casi atómico. Es la cola del perro.
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