sábado, 3 de abril de 2010

La foto encuerados

97 mayo 2007
Anoche no dormí bien. En el fondo de mi inconsciente mascullaban las voces
incrustadas de pudor y me decían, ¿a poco te vas a encuerar en el Zócalo?
Las escuché y las deje irse como llegaron. Aún así mi sueño fue ligero y
entrecortado. Ahora entiendo que la agitación fue realmente una antesala a
la experiencia de estar con miles de otros desnudos.

A las 4:30 am y completamente vestidos nos sentamos a esperar el sol. Dos
horas después seguía llegando gente. Estábamos contentos y dispuestos a
sentir.

Cuando nos pidieron desnudarnos por un altavoz, todos gritamos como niños de
kinder cuando llega el momento emocionante. Dejamos las ropas justo debajo
de nuestros pies y caminamos a la plancha. Dispersos sobre el Zócalo ya no
se escucharon las instrucciones así que hicimos lo que el de enfrente.

Caminando en medio de otros cuerpos desnudos, me sorprendió el color café
con leche, las sonrisas puestas y las miradas claras. La sensación fue
parecida a la vibración de las cuerdas de una guitarra. Reverberación y paz.
Parecía una ida a Chapultepec con la diferencia de que el respeto por el
cuerpo vecino era total. Nadie se acercaba más allá del espacio vital del
otro. Curioso que la convención textil de todos los días nos permita
tocarnos, apretujarnos, empujarnos, pero este día no fue convencional.

Al mismo tiempo que posaba muy obediente, la gente gritaba porras, chistes y
consignas. “Norberto Rivera, el pueblo se te encuera”, “Voto por voto,
casilla por casilla”, “Ni una muerta más, ni una muerta más”. Nada era dicho
en serio, pero la verdad de un pueblo también fue a desnudarse esta mañana.
Hoy, 20,000 mexicanos fuimos cómplices anónimos de una victoria disimulada.
La de reclamar como propios, una Ciudad y un cuerpo.


Cuando la sesión de fotos terminó nos pusimos la ropa, casi con reverencia,
y nos alejamos del Centro por una calle repleta de personas pensativas y
satisfechas.

Y todo lo que hicimos fue,
dejarnos ver.

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