Destierro mi juventud. El veredicto: rudeza innecesaria.
Exige triunfante su espacio, la materia. Tirana, exhibe irremediables años de carne premeditada. Reclama el derecho de cuna que absorbe todo a su paso.
Arrugas frente al espejo, protones que guiñen un órden cósmico a través de las transparentes pieles. Soyelquehesidoelquesoyelqueeselquehesido. Nada.
Tan dócil la materia como el vacío.
sábado, 28 de julio de 2007
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